Un confort térmico real se alcanza cuando la humedad relativa se mantiene entre el 40% y el 60%. Un ambiente muy seco (común en oficinas con sistemas de climatización sin humidificación adecuada) puede causar resequedad ocular, irritación de garganta y problemas dermatológicos. En cambio, una humedad excesiva promueve la proliferación de bacterias, moho y hongos, además de generar una sensación térmica más sofocante.
1. Encender el aire acondicionado con anticipación
En oficinas con horarios establecidos, es recomendable programar el sistema HVAC para que inicie su operación 30 a 60 minutos antes de la llegada de los colaboradores. Esto permite estabilizar la temperatura y humedad antes de que el espacio esté ocupado.
2. Monitoreo de nivel de ocupación
El comportamiento térmico cambia dependiendo del número de personas en el espacio. Un sistema HVAC moderno debe contar con sensores de presencia o CO₂, o integrarse con sistemas BMS (Building Management Systems) que ajusten el funcionamiento según la ocupación real. Un salón de reuniones con 5 personas no demanda lo mismo que con 20.

3. Uso de Unidades de Tratamiento de Aire (AHU o ERV)
Las UTAs permiten controlar no solo la temperatura, sino también la humedad y la renovación de aire, lo cual es esencial para garantizar aire fresco, libre de contaminantes y partículas dañinas. En proyectos más exigentes, se recomienda combinar estos equipos con sistemas de recuperación de energía para maximizar eficiencia.

4. Mantenimiento regular de filtros y sistemas
Los filtros sucios no solo reducen el rendimiento del sistema, sino que también contaminan el aire interior. Se recomienda implementar un plan de mantenimiento preventivo, con revisiones mensuales de filtros, limpieza de serpentines y verificación del rendimiento energético.
5. Zonificación de espacios
Cada área de una oficina tiene necesidades distintas. Las zonas de alta circulación, salas de reuniones, oficinas privadas y áreas comunes deben tener control térmico independiente para evitar sobrecarga del sistema y garantizar un confort uniforme.
Conclusión: confort como inversión estratégica.
El confort térmico no es solo una cuestión de bienestar, es una herramienta estratégica. Un ambiente laboral bien climatizado mejora la concentración, reduce el ausentismo y aumenta la productividad. Implementar soluciones HVAC eficientes y monitorear constantemente las condiciones internas del edificio es clave para garantizar un espacio saludable, rentable y alineado con las exigencias del entorno laboral moderno.
Invertir en confort es invertir en el capital humano